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miércoles, 22 de octubre de 2014

UN DISPARATADO CUENTO LOCO, LOCO, LOCO.


LA ROSITA Y LA LUZ MALA.

Dedicado a los hipócritas de siempre.

 Asombrada y boquiabierta observaba en el patio de su casa la luz que de muy lejos se veía brillar, primero, estaba quieta, como amenazante, para después elevarse en el cielo y desaparecer.
Cansada de andar por todos lados, después de haber visto la misteriosa luz, viajo a la ciudad y se dirigió al diario Allí la recibieron unos periodistas, que, curiosos por lo que planteaba, la miraban asombrados.
-¡He visto la luz mala! –decía Rosita- Fui a ver al cura y me mando a rezar, el comisario se reía y el dueño del campo que lo dejara de molestar ¿Ustedes me pueden ayudar?
Algunos periodistas sonreían y siguieron con su trabajo. Solo uno le prestó atención, pero un poco por curiosidad, más que por creerle.
-Haber dime muchacha, Qué fué lo que vistes?
-Eran las dos de la mañana y la vi, estaba allí, quieta, luego se elevo y se perdió en el cielo.
-¡Así! ¿Y que hacías tu levantada a esa hora? –un poco tomándole el pelo –
-¡Dormía! ¡Cuando me despertó un ruido extraño! Algo que venia del cielo, cuando salí al patio… la vi.
-¡Un ruido en el cielo! Eso me interesa y dime ¿donde es eso?
-En los campos vecinos de don Filipetti,
-¡Así que tu eres vecina de don Filipetti! Y ves esas cosas. Esto me está empezando a gustar. ¿Sabes que? ¿Te molesta si voy contigo y nos sacamos la duda?
-¡No! Para nada don. Todos los martes se aparece y hoy no puede fallar.
                                            ************
La casa de la muchacha estaba retirada del casco de la chacra.
-¿Porqué vives tan retirada?
-Es que mi familia, mi tío y sus hijos dicen que yo merezco una casa mejor, más cómoda, estar sola, allá son muchos y demasiado trabajo.
-Que considerados, te quieren bien.
Esperaron hasta la hora indicada. Cuando escucharon el ruido, salieron en silencio. Él le marcaba que lo siguiera tranquila, avanzaron entre los árboles hasta llegar a unos arbustos que eran muchos y bien altos.
Escondidos observaron las imágenes.
-¿ Esto es lo que vistes Rosita?
-¿Que es eso? ¡¡¡ Un OVNI!!! ¡Yesos son extraterrestres! No era la luz mala.
-¡Eso es un avión comercial! ¿O es que nunca vistes uno,?
-¡No, solo en el diario, pero no era así!
-¡Y cómo era! son todos iguales
-¡Qué sé yo! ¡Tengo miedo!  ¿Que hacen?
-Y esos no son extraterrestres, son hombres con la cara tapada.
-Están bajando cajas, las mismas que tiene mi tío Pocho en el galpón.
-¡Tu tío! o sea que se las llevan a tu campo.
-A yo que sé, yo solo vi la luz.
-Vámonos antes de que nos descubran.
Salieron como alma que lleva el diablo, parecía que no llegaban más, una vez que ingresaron a la casa, Rosita puso traba y corrió unos muebles tapando la puerta.
-¡Ay que cagaso don! por suerte estamos en casa, no nos vieron parece.
-¡No, quedáte tranquila! lo que tenes que hacer es llevarme al galpón, pero sin que nos vean.
-Eso va a estar bien difícil, tendrá que ser cuando estemos seguros que estén durmiendo.
-Alguien cuida el galpón?
-No, nadie, ahora vamos a tomar unos mate que le parece, me dio hambre, ¿Quiere pan casero?
-Si ,a mí también me dio hambre. Mate con pan casero, espectacular Rosita..
Mate de por medio
-Usted me dio miedo, me dijo que tuviéramos cuidado que no nos vieran
-Sos muy ingenua vos Rosita, ya te voy a explicar, después.
Más tarde, salieron sigilosamente en la noche, como gatos, sin hacer ruido, despacito llegaron al galpón. Ingresaron por la parte de atrás para que no los vieran, era un espacio muy reducido, un agujero en la parte baja de la pared, para que lo habían dejado así, no se sabe, pero la Rosita si sabía de su existencia y allí estaban.
-¡¡¡QUE ES ESTO ROSITA!!!
-Son de mi tío Pocho, es fécula de maíz, para el padre Tomas, el se las lleva al asilo de anciano, para que no se le paspen las bolas a los viejitos.
-¡¡El cura!! No me digas que el cura se las lleva.
-Sí, yo lo vi junto con el comisario, mi tío me dijo eso, cuando yo estaba ahí paradita mirando, el cura dijo ¡Y ESTA ¡  y el comisario, ¡QUE mierda hace aquí!!  Entonces mi tío Pocho, me saco despacito y me conto la obra de caridad que hacen.
-¡No no!  -hablaban muy bajito - Rosita, esto no es, que ingenua por Dios, yo te voy a contar algo, ahora vamos a tu casa, corremos peligro aquí.
Cuando iban saliendo, Rosita ante la desesperación por salir de allí, quedó atorada.
-¡Ayúdeme don!
-¡Es que no puedo! no ves
-Se me quedo enganchada la bombacha
-¡¡¡ QUE!!! ¿y ahora?
-¡Sáquemela, sáquemela!
-¡Estás loca!
-Es la única manera.
-¡Bueno, ahí voy, ahí va, ahí ahí!
Justo en el preciso instante que le estaba sacando su prenda, se escucho una vos
-¡Qué está pasando aquí carajo!
-¡Es el primo Joaquino!
-¡Y ahora!
-¡ah ah ah!  - jadeaba la rosita - ¡¡¡ aaaay!!!
-Pero mira Rosita que ocurrencia la tuya, si habías salido ligera, si pareces estúpida no ma -.dijo su primo
Dando un salto y dejando al periodista con la bombacha en la mano, la muchacha se acerco a su primo
-No le cuentes a nadie, por favor, prométeme.
-¡Y porqué aquí!
-Es que aquí es má esitante, por eso de que nos pueden enganchar
-¡Ah! mira, no sabía, con razón la mujer de Filipetti siempre me dice que la isita mas cuando piensa que en cualquier momento va a caer el marido, y me hace de goma la vieja, bueno pero ya, te vas o me arrepiento y cuento todo.
-¡No! no primo, quedáte tranquilo, que ya nos vamo noma.
Salieron a los gambasos, corrían como si fuera la última vez. El hombre todavía llevaba la prenda en la mano, hasta que finalmente.
Llegaron a la casa, la muchacha transpirada, agitada, asustada, sin habla. Otra vez la tranca y los muebles tapando la puerta.
-¡Ah no! yo me voy a morir de tanto susto.
-Mirá que ocurrencia la tuya, pero zafamos, Así que tu primo se garcha a la mujer de Fillipetti.
-Le gustan los pendejos a esa señora, pero usted no le vaya a contar a nadie,
-¡Noo! Si, quedáte tranquila, lo que no se cuanto tiempo se van a creer mi presencia aquí
-Entonces que vamo a se.
-Voy a contarte de que se trata.
-Lo escucho.
-Oistes hablar de sustancias ilegales.
-No
-De sustancias prohibidas
-No
-Peligrosas
-Tampoco
-Decime Rosita cuántos años tenés.
-Veintisiete.
-¡Veintisiete años al pedo Rosita! ¡Vos no sabes nada!
-Y bueno que quiere una e como es.
-Bien, escuchá, prestá atención.
Pasaron minutos, horas, y así toda la noche, él le explicaba, hasta que canto el gallo, entonces ella que permanecía atenta y callada le dijo.
-Ahora escúcheme usted a mí.
-Si, decime.
-¿Usted, que tiene pensado hacer?
-Ah, nos vamos entendiendo, la nota, mi gran nota ¡Te imaginás!
-No, yo no imagino nada, y como le va a hacer
-¡Mirá! Sabes qué es esto? –le muestra un anillo- Es una cámara, aquí tengo las pruebas
-¡No, no, no señor! nada de pruebas, usted va hacer lo siguiente.
El periodista la escuchó asombrado, mudo quedó, no podía creer lo que la muchacha le decía.
Dos días después.
Los habitantes de la ciudad despertaron sorprendidos con la última noticia del periódico, decía así.
En los últimos tiempos se escuchaba como un trueno muy potente todas las noches. Así que investigaron y el resultado fue que aquel ruido que despertaba a los pobladores de San Benito,  venía acompañado de una lluvia blanca y de de una misteriosa luz, que caía en los campos de don Filipetti, un acaudalado terrateniente del pueblo. Episodio que fue fotografiado por la gente lo mejor que pudo.
Inmediatamente, como es de imaginar, llegaron autoridades eclesiásticas, del gobierno y periodistas de todas partes del mundo.
La Rosita y un grupo de personas junto al periodista habían vallado el lugar, el que se mantenía a una distancia bastante considerable lejos de los curiosos.
-¡No se puede pasar, no se puede! – Decía la Rosita – este es un lugar sagrado, nadie puede pisar, ni manchar el suelo del señor con su presencia pecaminosa.
-¡Soy el obispo! tengo que corroborar que esto sea así –decía la autoridad de la iglesia.
-¡NO! ¡De ninguna manera! esto es un milagro y nadie, pero nadie, por ma autoridad que sea, va a pisar ese lugar en el que se ha producido la presencia del señor, porqué como verán allí… ha nacido un árbol. Ven ese arbolito pequeñito, ese es el símbolo de lo sucedido. ¡Pidan, pidan señores y se les dará!
El viejo Filipetti acaba de llegar y los ojos parecían salírseles de la desesperación.
-¡NOOO! –grito el viejo y luego acercándosele prosiguió - Rosita que mierda es esto, que hiciste carajo -le decía bajito, tomándola del brazo.
-Sh silencio Filipetti, Señores aquí a mi lado está el hombre, elegido por el señor para manifestar su presencia en una lluvia blanca y una luz divina, el señor bendijo sus campos, y saben porque, porque este noble hombre dono cien millones de dólares a este pueblo para ponerlo a trabajar, entonces que esperan para agradecerle
La multitud levantó en andas al viejo Filipetti, mientras decía su nombre
-¡FILIPETTI   FILIPETTI!!!
El viejo sonreía entre dientes y puteaba a Rosita, mientras lo tiraban para todos lados y ya se estaba mareando, los ojos se le iban para atrás.
-¡Señores! aquí, tengo al comisario, el hombre que nos cuida, a él le debemo la seguridad de este pueblo, hombre honesto y leal.
-¡Que es esto negra de mierda! no te pases de lista
-Tranquilo comisario, usted con esto se ha ganado un asenso, sonría, sonría.
Y Rosita continuaba con su discurso
-¡Y aquí! a mi lado, el padre Tomás, benefactor del asilo de ancianos, no es así padre, siempre preocupado por los viejitos, este hombre es tan santo que el señor lo eligió como su siervo para guiar a su pueblo en este momento de cambios.
-Devolvenos lo que es nuestro, solo te lo digo una vez.-le dijo el cura por lo bajo.
-Rece seis padres nuestros y seis ave maría, padre Tomás, no le queda otra.
-¡No sabes! con quien te metes.
-¡Así no me diga! sabe qué? anda a cagar. ¡SEÑORES! y esto no es todo, ahora vendrán tiempos de abundancia, No es así padre? dígale, dígale a sus fieles, háblele de este milagro. Vamos padre, la gente lo espera, y asegúrese que nadie se acerque al lugar porque estamos todos en la hoguera.
Miro a Filipetti quien le dijo con la cabeza que hablara de una vez, mientras con el pañuelo se secaba la transpiración y el comisario le dijo.
-Lo escuchamos padre, lo escuchamos.
-¡HIJOS MÍOS! es verdad que aquí ocurrió un milagro, muchos de ustedes fueron testigos de tan bello paisaje, la luz – y miraba a Rosita- y ese manto blanco caído del cielo, ahora está en cada uno de ustedes hacerlo realidad…..
¡BIEEEN!  gritaba la gente y el cura seguía orando y la gente gritaba de alegría.
El periodista sonreía satisfecho, había logrado la nota de su vida.
-¡SEÑORES! –dijo la Rosita – y para finalizar quiero agradecer a las  mujeres de San Benito, valientes y de fe, madres, esposas, hijas, abuelas, tías, cuñadas, sin ellas esto no hubiera sido posible.-mientras, va recordando lo que pasó aquella noche, en una parte de los campos de Fillipetti,para no despertar sospechas, a varios kilómetros del casco de la estancia, ya que esta abarcaba una gran parte de la región, un helicóptero paso y produjo una lluvia blanca, mientras  las mujeres desparramaban el contenido de las cajas, hasta dejar el  suelo totalmente cubierto, la madama del cabaret colocaba una potente luz de un reflector, las chi chi, ponían una plantita, el periodista sacaba fotos y así montaron la gran farza-   y agradecer a las mujeres del cabaret de Carmelita, para ellas también están abiertas las puertas del cielo.
Por allá venia el tío Pepe, sin entender lo que pasaba, bajo la mirada amenazante de los otros tres.
-Tio pepe, perdón por haberlos emborrachado a todos –abrazaba a su tío y seguía diciéndole al oído –gracias tío por haberme dado el nombre del señor, sin tu ayuda no hubiera sido posible este milagro, es que cuando te pasas de copas cantas todo vos, te has ganado el cielo.
A los pocos días, la lluvia blanca ya no estaba, él señor se la había llevado.
El pueblo había sido tomado por sus habitantes, dirigidos por La Rosita y ayudado por un periodista de la ciudad.
Los millones que ganaron con la lluvia blanca, les permitió hacer hoteles para los turistas que iban a sacarse fotos y a tocar el arbolito.
La Rosita se había transformado en una especie de elegida o enviada porque la gente la tocaba y le pedían la bendición. Algunos decían que era milagrosa y las alcancías desbordaban en donaciones.
El cura, el comisario y don Filipetti, como dicen en el pueblo, se la tuvieron que mamar, discutían y el viejo les decía,
-¡Donde estaba comisario cuando pasaba esto!, porque yo como marido cornudo fui el último en enterarme.
-A mi no me diga nada, yo no leo diarios, ni escucho radio, me entere de casualida.
-¿Y usted padre?
-Orando Don Filipetti, orando.
Todos en el pueblo se enriquecieron y tuvieron una vida de lujo.
Y como decía el abuelo de Rosita.
Malos va a ver siempre mija, pero ay que saber sacar provecho de ellos. ¿Como? bueno, sólo espera una señal, total el que le roba a un ladron…

Estela Caruso jaeltete

Es Ficción.

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2 comentarios:

  1. amiga.felicidades por tu relato, ya me hacia falta leerte, como siempre buenisimo!! y que vengan màs. Saludos cariñosos y no te me pierdas, tu amiga por siempre.

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