Llego a Sochiego al
caer la tarde, después de un largo viaje en tren desde la capital, atravesando
primero la llanura para después internarnos en las sierras grandes.
Todavía es verano y las altas temperaturas duran algunas
horas al caer el sol, recién en la madrugada se puede respirar un poco.
Nadie duerme, nos
hemos convertidos en noctámbulos en busca de un poco de fresco, mientras esto ocurre la gente se reúne en la
plaza, algún refresco que otro o salimos a caminar por la playa del lago, en el
que a veces no es muy grato bañarse porque casi siempre esta helado, aun a la hora de la siesta.
Pero en Enero y de madrugada sus aguas están templadas. Muchos nos
bañamos a esa hora, porque sus cálidas agua bajo la luna producen una
extraña sensación, como la de hacer todo al revés, al menos así decía un
viejo amigo mio. Todo cambia en verano,
convirtiéndose en una villa muy particular.
Ayer por la mañana lo supe por Teresa, mi vecina, -Lo
escuche en la radio, hoy temprano en las primeras noticias - me dijo - el
coronel a muerto.
Después una llamada me lo confirmaba.
Regresar a Sochiego era para mí revivir el pasado, volver a mis raíces, a lo
mío. Volver a respirar. Encontrarme allí
con mama, cómplice del buen humor de Pedro, después iban llegando de
apoco los amigo, Julio, Devora, y todos los demás.
Todo estaba igual, nada había cambiado, la misma alegría, la
misma esperanza. Siempre decía que no me iría jamás de aquí, que siempre
estaría con mamá, que no había nacido la mujer que me mandara, sin embargo,
llegaste vos y termine siguiéndote a la ciudad, donde empezó aquella sensación
de ya no ser más el mismo, porque al principio todo era genial, y, estaba
enamorado.
Después cuando decidí
hacer aquel viaje tras haber pasado tantos años, y vi que todo estaba como yo lo habia dejado,,
volví a sentirme libre, como que había recuperado mi identidad.
De no haber sido por la muerte del coronel no sé si habría
vuelto, total para que venir al paraíso si después tengo que regresar a la
rutina asfixiante de todos los días en la ciudad que me ahoga, tanto como lo
haces vos, con tu manera de ser posesiva
y dominante. Y pensar que eso fue lo que me atrajo de vos, y eso fue lo
que me alejo, porque ahora estoy con vos, y a la vez no estoy, en realidad me quede en Sochiego aquella vez que regrese
después de tanto tiempo en que estuve
con mamá y los chicos ,como antes.
Ahora vine por el coronel, si no, no sé si lo hubiera hecho. No sé si vas a venir,
no creo que te interese, seguramente me vas a llamar para que apure mi regreso.
-Ya es hora - me dice
mamá mientras me observo en el espejo del que fuera mi habitación, en realidad
lo sigue siendo porque nunca nadie la ocupo, está allí esperando siempre mi
regreso, tal cual yo la deje y esto me produce aun mas esta sensación de que yo
todavía no me fui, me quede aquí porque
aquí está mi identidad, la que no se puede cambiar por un metejón con una
mujer. Uno es quien es, y por más que cambie el rumbo a la larga uno siempre
vuelve a retomar el camino abandonado y al que eso no le pase seguramente
tendrá la sensación de no saber que le sucede, como si le faltara algo.
Por eso el coronel y yo nos parecemos tanto, él como yo una
vez se fue en busca de un sueño, el ejercito, y encima su familia lo apoyo y se
había convertido en el orgullo de ellos y de la villa y de un país.
Aunque con los años empezó a sentir esa cosita que te
empieza a hacer cosquilla en algún lugar del alma y que no sabes que es. Fue
cuando regreso después de tanto tiempo y volvió a sus cosas simples, a las que
lo fueron marcando. Después nos cruzamos de casualidad. Pero el destino es
sabio, fue cuando yo estaba con todo el entusiasmo de irme, me dijo que lo
pensara, que él había regresado y solo encontró restos de lo que alguna vez
tuvo, aquellas cosas que perdió para siempre, como a Sara su novia, a la que
encontró casada y con hijos. Se reía porque decía que creyó que la iba a
encontrar soltera. A los que éramos niños nos encontró crecidos y a otros no
los reconocía por lo viejo que estaban y ni hablar de los que murieron.
Entonces yo no le creí, tan solo sonreí y seguí mi camino, el mismo que después
me trajo de regreso para darme cuenta.
El coronel lamento
mucho haberse ido así de aquella manera, porque el jamás regreso, fueron muchos
los honores que recibió que se olvido de ser, y eso, a la larga aparece.
El coronel y yo tuvimos una, la larga e inmensa
amistad que cultivamos durante tanto tiempo, la que nos permitió saber que los dos nos habíamos equivocado.
Ahora vienen los honores para su despedida final, todo un
pueblo está de pie, expectante. Pero yo
se que él no necesita nada de eso, el está aquí hace mucho tiempo, en realidad
creo que nunca se fue de Sochiego, porque al igual que yo, todo aquel que se
baña en las tibias aguas del lago en una
larga noche de verano, tarde o temprano
regresa.
Fin