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viernes, 20 de julio de 2018

PAISAJE DEL ALMA

 PAISAJE DEL ALMA
Dos pequeñas gotas de lluvia hacen el paisaje de esta mañana tan particular.Danzan traviesas deslizándose por el cristal  empañado de un abril otoñal. Las hojas color ocre caen armando una montaña en el suelo del parque tan  gris y sin luz, debido a la ausencia del sol  por las lluvias de otoño.
Desde mi antiguo automóvil, reliquia de familia, reciclado  y celosamente cuidado por el tío Andrés, observo los árboles, los mismos de ayer en los que  con tu andar  emergías entre ellos como aparecido en el tiempo, pero no era más que el efecto de la llovizna de abril, ahora ni siquiera eso, puedo estar mucho tiempo esperando tu imagen que ella nunca aparecerá.
El paisaje de este otoño combina con mi auto viejo y las hojas que caen de los arboles, pero una barredora inmediatamente me quita ese placer y me vuelve a la realidad. Siempre digo que las hojas no deberían ser barridas porque después, pasa esto, me queda una sensación de nada, porque un otoño sin hojas no es otoño.
Había viajado desde la oscura y lúgubre ciudad de Habert, escondida en medio de las montañas.Alguna vez me pregunte si figuraba en algún mapa.
 Sin embargo existe y es una pequeña ciudad de ricos terratenientes donde se realizan los más increíbles negocios. Pero la gente, desconoce su existencia.
Pero eso no importa ahora, lo que sucede es que al llegar a esta ciudad donde siempre venia a encontrarme con vos, aquí en este parque, me doy cuenta que solo he venido a encontrarme con recuerdos que me hacen mal.
.Pero uno siempre regresa.
¿Porqué siempre tendrá que ser asi? Uno vuelve a los lugares donde fue feliz y se da cuenta que ahora solo le producen tristeza.
No hubiera querido que las cosas fueran de esta manera, hubiera preferido que todo terminara bien, sin embargo uno no siempre decide.
También quisiera que existiera la eternidad  para poder verte siempre, y que mi sonrisa fuera tiempo para hacerte feliz.
El limpia parabrisas ha hecho bien su trabajo, ya no queda humedad en el cristal, de la misma manera que la barredora limpió el parque sacando todas las hojas que habían formado un colchón.
Así decía yo  cuando era niña, un colchon de hojas y me tiraba sobre él, y saltaba, saltaba tantas veces gritando por gritar, solo era eso, un grito que me salía desde muy adentro como queriendo sacar todo lo que llevaba guardado y no podía decir, porque yo nunca pude hablar, nunca pude decir.
Este paisaje del alma mío tan vacío, como las gotas de lluvia que se deslizan por el cristal  al compás del olvido que va ganando tiempo en mi corazón, porque aquellas cosas  tan amadas, ahora se las ve cada vez más lejos, como las hojas secas que vuela el viento llevándose los recuerdos de mi último verano en Habert.
 En aquella epoca me gustaba jugar con las hojas amontonadas en el suelo abriendo un surco con mis pies Después venias vos, y hacías lo mismo. Mamá se enojaba tanto cuando nos veía llenos de tierra. Siempre me culpaba a mí.
Ahora la gente sale a caminar por el parque, aprovechando para hacer aquellas cosas que no pudieron  por la lluvia.
 Caminan apurados, algunos en bicicleta acortan camino por aquí.
Aun es la mañana y se siente el frio.
 No me gusta el frio, me es incomodo, tanta ropa y además me quedo sin fuerzas, casi siempre  comienzo a temblar y alguien me tiene que ayudar. Por eso quiero que pase rápido esta época del año.
Me quedo mirando otra vez los árboles, y si, ya no te veré mas asomarte entre ellos, además, todos se han ido, ya no están.
Ahora todo es ayer, solo queda este frio enorme en el alma por aquellas cosas simples que se fueron  y por los que ya no están.
Fin.

1 comentario:

  1. Muy buen relato Estela.. El poder de la nostalgia es enorme.. me gusta mucho como lo relatas y como utilizas una estación del año tan fría y lúgubre como el otoño que es perfecta para describirla.. Feliz inicio de semana, abrazo grande :)

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