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viernes, 22 de noviembre de 2019

LAS RUINAS DE SAN GENARO



El impacto despertó a la ciudad en medio de una noche de abril, cuando el otoño acariciaba las hojas de los árboles que se resistían caer. Como pudo dejo la cama y corrió hacia la ventana, vio gente desesperada que gritaba, luego un silencio fantasmal y en medio de la noche las agujas del reloj acariciaban las cuatro de la madrugada, era muy temprano, se había quedado parada frente a la ventana esperando que algo le indicará que había sucedido.
Nuevamente escucho gritos, ahora veía gente correr en ropa de cama, bocinas, sirenas, entendió que algo grave ocurría y bajo los dos pisos por la escalera hasta llegar a la calle.
Siguió a las personas que iban hacia el centro, de este a oeste una multitud desesperada en busca de una respuesta.
Dos cuadras y los escombros de lo que había sido un edificio asomaban como una pesadilla en medio de la noche.
Las voces eran un susurro en sus oídos, alguien la empujo y le pregunto algo, entonces se dio cuenta que estaba descalza y en camisón, paso las manos por sus cabellos y noto que estaban llenos de polvo, busco una vidriera y su rostro estaba blanco.
Ahora había periodistas, llegaban autoridades y comenzaban las tareas de rescate.
Los comentarios la aturdían, una mujer trataba de ingresar al lugar en un ataque de histeria
Todo parecía haber terminado en un instante, todo cambio en aquel edificio que lucía imponente, en tan solo segundos se derrumbó transformándose en nada.
Cuánto tiempo había llevado construirlo y ahora solo quedaban pedazos y vidas atrapadas, destruidas.
Ella era como aquel edificio, los dos estaban frente a frente, derrumbados.
A ella también le había costado mucho construir un mundo junto a Juan.
Voy a construir un imperio decía Juan, será la obra más grande que jamás se haya visto, como el Titánic, si como el Titánic, remarcaba Juan en sus delirios de grandeza. Pero aquellos delirios fueron haciéndose realidad hasta convertirse en uno de los arquitectos más importantes.
Ella amaba a Juan, lo admiraba, era brillante, emprendedor, ambicioso, si bien no tenían dinero en aquellos días que se conocieron, no le temían al futuro, tenían muchas ganas de ponerle actitud a la vida
Eran de familias humildes, se conocieron en el tren, Juan iba a la universidad y ella a trabajar, Por las noches el trabajaba de mozo en un restaurante para hacer algo de dinero.

Viajaron todas las mañanas durante seis meses, entonces comenzó el noviazgo y los sueños de Juan.
Tiempo después era la esposa de un arquitecto. Pero para esa época Juan había cambiado, por entonces estaba absorbido por su trabajo cada vez más, su humor ya no era el mismo, a veces estaba irritable, la ambición lo cegaba. Después, todo cambiaba venían los viajes y el poder, ese poder que le daba el dinero, una actitud frente a los demás de ganador, de soberbia.
Hasta que llego lo que tanto había soñado, construir su obra, seria un edificio, uno de los mas grandes que se hubieran construido. Aquel monstruo los distancio, Juan no estaba, ella siempre sola, y todos sus proyectos como familia habían quedado reducido en un proyecto descomunal, el edificio de San Genaro
Todo se derrumbo delante de ella como aquel monstruo convertido en polvo.
Dejo atrás la multitud y emprendió el regreso a su casa, se dio vuelta y una vez mas y por ultima vez vio las ruinas de San Genaro, el coloso que había construido Juan.
Toda la soberbia y la ambición de Juan ahora estaban reducidas en nada, en ruinas como su existencia.
Subió lentamente las escaleras, había dejado la puerta abierta, eso no le preocupo, la sorprendió la alarma del reloj y las agujas que acariciaban las 7 en punto, el día de su divorcio había llegado.


sábado, 16 de noviembre de 2019

De tanto andar

El alma habitaba la luna,

Tres estrellas mi corazón,
De tanto y tanto andar en la noche,
el sol acaricio
la mañana,
entonces, yo desperté, cuando su calor acaricio dulcemente mi rostro,
después, comenzó el día, y de tanto y tanto  andar
llego la noche,
entonces, nuevamente habite la luna.
Tres estrellas cuidaron mis sueños,
desperté antes del amanecer, ya no podía dormir,
tu mano cálida acariciaba mi rostro,
me acurruque en tus brazos,
entonces, ya no necesite, ni a la luna, ni a las estrellas,
ni al sol, ni al día
Con tu presencia me bastaba para vivir.



miércoles, 13 de noviembre de 2019