Era joven todavia y muy hermosa. Su vida se apagaba lentamente, debido a la fiebre que la devoraba producto de una extraña enfermedad y la cura que no llegaba.
Su esposo permanecía a su lado, solo a él reconocía.
Hace muchos años había dejado su pueblo natal, aunque ella vivía en el campo con su familia, pero aspiraba a más, quería ser médica y un día se marcho.
Aun queda en la retina de sus ojos la última vez que vio a sus padres y hermanos despidiéndola en el anden de aquel tren que se la llevó para nunca mas volver. Recuerda los rostros bañados en lágrimas, lo que le parecía una cursilería.
El tiempo comenzó su andar, conoció al amor de su vida, un médico de profesión, se casaron y pronto tuvo su título, la doctora en pediatría.
Lo tuvo todo, dinero, lujos, una carrera brillante, un hombre que la adoraba, pero ...no era suficiente. Había comenzado a añorar aquella época en que fue feliz y no se daba cuenta cegada por el brillo del éxito.
Ahora en su cuerpo cansado y delirante por la fiebre le parece sentir el aroma a tomates que había en la huerta de su padre, le viene en el recuerdo a su madre en las tareas diarias, tantos detalles cotidianos de una vida campesina llena de amor.
De pronto recupera sus fuerzas le pide a su esposo que la lleve al campo. El hombre la envuelve en una manta y la lleva en su auto durante cuatro horas, sin medicamento,sin suero, nada mas, solo ellos y el paisaje.
Al llegar, se queda en silencio con la mirada perdida y abriendo la puerta del auto con una extraña fuerza se pone de pie y camina hacia la casa olvidada, ya no hay nadie, todos se han ido, solo ruinas, producto del abandono,.
Le parece ver a sus hermanos correr, jugando a las escondidas, un dulce sonido del grito de los niños invaden sus oídos, su madre tendiendo la ropa, y a él, su padre, llegando a caballo, con elegancia y su porte de hombre bueno.
Ahora su rostro está bañado en lágrimas.
Entonces se abraza a la casa y con una sonrisa emite el último suspiro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario