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lunes, 11 de febrero de 2019

ABRIL DEL 76



Recién instalada en mi nuevo departamento, con muebles reciclados y un ventanal que me permite observar la calle, después de la vorágine de los días vividos de  cuando me recibí y el viaje que me regalaron por haber logrado los objetivos, puedo tomar conciencia que he iniciado una nueva vida.

Algo que era inevitable porque ni bien me recibiera comenzaría a trabajar en el estudio de abogados, por lo tanto tenía que buscar algo cerca donde vivir, o sea un cambio nada sorprendente, podría decirse que programado, como mi vida.
Todo se va dando de acuerdo a lo establecido, terminar la secundaria en tal año, al siguiente comenzar la facu y recibirse en cinco, sin errores, un modelo a seguir.

Mis padres orgullosos de la hija que tienen, todo salió como ellos querían, también  lo están   del novio que tengo porque ya es médico, somos profesionales, y en un tiempo no muy lejano habrá boda , entonces, yo ya tendré una familia, como dije antes todo programado.

Cualquiera en mi lugar estaría feliz de haber logrado sus proyectos, sin embargo, no me siento bien, estoy asfixiada, atada, como si esto no fuera lo que quiero para mí.

Salgo a caminar a ver si se me va esta sensación de no querer estar y de pronto la veo, esta en las escalinatas de la iglesia, pidiendo, viste ropas oscuras, en la cabeza una manta gris, harapienta y mendiga, su rostro refleja dolor y abandono. ¿Que la llevo a esto? me pregunto, tiene la mano derecha  tendida pidiendo limosna y una bolsa en la izquierda con sus pertenencias, hace frio y parece no sentirlo.  Es una mujer joven aunque su rostro se ve envejecido.

¿Querría ella estar en mi lugar? con todo lo que he logrado. Diría mi padre, valorá lo que tenes, hay gente que esta tan mal, pero si la que está mal soy yo, pero eso es algo que él jamás entendería.

La veo que se levanta y camina, la sigo, mi curiosidad por esta mendiga me desborda, entra a un restaurante por la puerta del costado, al rato sale con un paquete pequeño, le han dado algo de comer, se sienta en la vereda de enfrente a donde yo vivo pero casi en la esquina y come tranquila, saboreando cada bocado, después sigue su camino y se pierde en la noche.

Hoy fué mi primer día en el estudio, me gustó mi trabajo y mis compañeros me recibieron bien, que mas puedo decir. Lucas pasó a buscarme y fuimos a almorzar, le molestan mis silencios, dice que últimamente estoy callada, ausente, es que no puedo disimular que no estoy bien. Caminamos hacia mi departamento, de pronto vemos un alboroto, en el lugar donde están los mendigos parece que hay una pelea, gritan, yo me acerco, Lucas me toma del brazo –¡No te metas!- me dice, yo me suelto casi con bronca, y lo que veo despierta mi impotencia, allí esta la mendiga, todos le pegan, la empujan, le gritan, -¡Que se vaya! ¡Este no es su lugar! ¡Aquí no la queremos!
La tomo del brazo, la llevo conmigo hasta la plaza, por detrás mío Lucas, me sigue molesto, hago que tome agua del bebedero, luego la siento en uno de los bancos, ella no habla, se la ve perdida, abrazándola observo sus ojos, eso me nace desde lo mas profundo, me inspira ternura
– ¡Qué puedo hacer por usted! ¿Cómo se llama? ¿Qué le pasó?-demasiadas preguntas.
Empieza a correr, yo intento buscarla, Lucas me toma del brazo – ¡Ya basta! ¿No ves que está loca?—me dice.

Pasaron tres días y no la vi mas.Le pregunto a los vecinos, me dicen que no se sabe quién es, un muchacho joven dice  que hay rumores que es una mujer rica, que los hijos la internaron en un psiquiátrico y que ella siempre se escapa, que nadie se hiso cargo de ella, una señora gorda y bajita que parece saberlo todo que se hecho al abandono por la muerte de un hijo, mientras  que  un señor bien vestido y de buen aspecto que sus hijos la maltrataban y la echaron a la calle, se dicen muchas cosas pero nadie sabe bien, eso si no se porque pero la relacionan con sus hijos como si los tuviera,  ni siquiera saben de donde es.
Les comente lo sucedido con los demás mendigos y me dicen que ellos marcan territorio, que ella es de esta cuadra, que siempre está sentada frente a la casa de la esquina, y no puede circular donde están los otros, parece increíble pero es así.

Cuando regreso del estudio la veo, allí está, tal cual, frente a la antigua casa de la esquina, me pregunto si no habrá sido suya, porque parece vigilarla o tal vez este esperando que alguien salga, después se levanta y va a las escalinatas de la iglesia a pedir limosna, allí se queda y yo continuo mi camino.

Mi relación con Lucas esta desgastada, pese a todo seguimos juntos. Por las noches pienso en ella, si estará pasando frio mientras yo estoy calentita en mi cama, no se porque este sentimiento de culpa, si al fin y al cabo yo no tengo nada que ver.

Los días siguientes fueron rutina, hasta que sucedió lo inesperado, aquella mañana pasé por la iglesia y la vi tirada en el piso, se quejaba y se cubría la cara.La di vuelta, tenia la frente lastimada, sangraba y llena de hematomas todo el rostro, ella no hablaba, unos muchachos que pasaban por allí me dijeron que los chicos del barrio que estan detrás del mercado viejo donde están los otros mendigos, la agarraron a piedrazos por el solo hecho de divertirse, cuanta maldad por Dios, no puedo creer que haya gente tan mala y sobre todo tan chicos, seguramente es el ejemplo que le han dado sus padres, pienso desde mi impotencia porque no encuentro una respuesta a tanta porquería suelta.

Justo en ese momento sale el sacerdote y me siento protegida, por lo menos es la imágen que he tenido siempre de ellos, voy hacia el, le pido ayuda para ver que podemos hacer con esta mujer, a lo que el me responde
 –¡No! no de ninguna manera ¿Que me trae aquí? ¡Sáqueme esto de acá!- y se va.
 -¡Pero la que te pario! ¡Mal parido y vos sos representante de la iglesia!- se lo grito con bronca, no me importa, me escuchó, saqué lo que sentía, rompí las formas de no decir nada.

Estoy muy alterada, entonces paro un taxi y le digo al hombre que me ayude, si la puedo subir a su auto.
 -Se que esta trabajando, le pago el viaje- a lo que el me dice
-No se preocupe, yo la llevo y el viaje no me lo pague, todos tenemos que hacer algo. Usted siga con lo suyo- y se la lleva.
Me quedo con la duda y si la tiro por ahí, será tan bueno este hombre yo ya no creo en nadie.
Voy al hospital, pregunto por una mujer, la describo
-¡A si! la que trajo el taxista, allí esta me dice la enfermera, la están curando.
Le pregunto -¿No se puede hacer algo por esta gente? las autoridades o algún lugar donde desde allí poder ayudar, entonces ella me contesta.
-¡Sabe todos los que hay en esta ciudad! ¡y las autoridades se van hacer cargo, no mujer olvídese
Cuanta indiferencia hay en este mundo, donde he estado todo este tiempo.

Una vez curada, no lo pienso más y la llevo a mi casa. Está cayada, ausente, se deja llevar, cuando entramos mira todo, tiene la bolsita entre sus brazos como si fuera un tesoro, que tendrá allí me pregunto.

Mas tarde la baño, le pongo ropa nueva, le doy de comer, ella en ningún momento me miró.
De pronto se levanta, mira por la ventana, como la veo distraída agarro la bolsita, rápidamente quiero ver que hay dentro, pero no puedo  porque  en eso entra Lucas y me dice gritando
–¡Pero vos queres cambiar el mundo! ¡Mirá que con esta loca acá en casa no lo vas a lograr!
Me pongo de los pelos –¡Esta no es tu casa desgraciado, ni siquiera vivís acá,  y yo con mi vida hago lo que quiero, si no te gusta te vas!
A lo que el me contesta- ¡De esto se va a enterar tu padre, tenemos un compromiso, social y familiar y lo tenes que respetar!
Me le paro delante y le digo- -Ya no hay compromiso, estas libre
Entonces escuchamos la frenada, gritos de la gente, ella no está, salimos a la calle.

Esta casi bajo las ruedas del coche, me acerco , por primera vez me mira a los ojos y me dice –Busca en tu corazón, allí te encontraras - Y se fué, así se quebró su vida para siempre, cierro sus ojos y acariciando su rostro beso su frente, quizás ahora está en paz, levanto la vista y veo a Lucas que se va, fué la ultima vez que lo vi.

Pasaron los años, ahora soy voluntaria, ayudo en lugares que están en conflicto. No voy a salvar el mundo pero al menos hago lo que siento. Solo me queda el recuerdo de haber conocido alguna vez a un ser humano que me enseño a saber quién era. Guardo celosamente entre mis cosas la bolsita que perteneció a aquella que mendigaba en las calles. En ella hay cosas que no tienen demasiada importancia, entre ellas dos pasajes de avión, un viaje que jamás se realizo ¿destino? España, fecha abril del 76.

Mi vida seguirá su curso, hoy aquí, mañana no lo sé, pero de una cosa estoy segura, siempre pero siempre, quedara grabada en mi memoria la imagen de una misteriosa mujer… simplemente una mujer.


En epocas de represion, en mi pais, hubo muchos desaparecidos. Tambien hubo exiliados. Se me ocurre imaginar, que quizás,  algunos deambularon por las calles escondiendose en el disfraz de la indigencia, hasta perder la memoria.
Este relato es solo ficción.



FIN



Estela Caruso.



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